15 dic 2009

REGLA 3: "MENOS PALABRAS Y MÁS ACCIÓN" / RULE #3: "A LITTLE LESS TALK AND A LOT MORE ACTION".


Finalmente llegó el día en nuestra relación, en que es necesario dar el siguiente paso.
Yo lo amo, él me ama y hace un tiempo que vivimos juntos;  así es que tenemos que madurar y hacer lo que toda pareja tiene que hacer después de un tiempo de convivir juntos: 
Limpiar y ordenar nuestra casa.
Insisto en que la única manera de sobrevivir a esta experiencia es compartir tareas y entonces escribimos una lista con "las cosas que menos nos molesta hacer", para debatirlas y negociar.
"Justicia", lo llaman algunos. "Menos palabras y más acción", digo yo.
En fin, aquí va mi lista:

"Cosas que no me molesta tanto hacer": - COCINAR

Y acá va la lista de él:

"Cosa que estoy dispuesto a hacer": - COCINAR (los fines de semana).

Lo bueno de la situación es que descubrimos que estamos de acuerdo en lo que nos gusta y que eso es lo que hace que nos llevemos muy bien conviviendo.
Lo malo es que pensar parecido y actuar parecido (es decir, no haciendo nada) es lo que, en el transcurso de la semana, nos trajo problemas.
Porque resulta que para cumplir aquella única tarea que ambos habíamos negociado durante horas, había que empezar a hacer otras cosas, como por ejemplo, lavar los platos y limpiar la cocina.
Lo que inicia una nueva charla (porque al parecer el hada mágica que vivía con nosotros y hacía todas nuestras cosas cuando éramos pequeños ha tomado vacaciones) y de repente vemos cómo nuestro mono - ambiente, no sólo se transforma en un lugar gigantesco, sino que además parece haber sufrido el paso de un huracán.
Confieso que cuando pasa esto entro en pánico, no porque sea una obsesiva de la limpieza y el orden (nada más alejado de mi talento natural) sino porque, mientras él analiza las causas del caos (tirado en la cama), yo siento que todo empieza a cobrar vida propia y el departamento se vuelve contra mi.
Lo juro, de repente la pelusa del piso me sigue a todas partes, hay más hollín adentro que en toda la ciudad de Buenos Aires, todos los días aparecen lugares nuevos para limpiar y no sólo descubro que hay una ventana nueva en la habitación sino que me entero que las cortinas son blancas (no grises) y que también se lavan.
Pero eso no es todo:
- ¡¿Cómo puede ser que compro los productos más caros, combinados, con aroma refrescante de naranja, de limón; limpio siguiendo los pasos que indica el envase que tiene esa imagen de una cocina brillante y mi cocina nunca queda como la de la foto?!
- ¡¿Por qué nunca queda la cama tendida como en los hoteles?! ¿Por qué se sale la sábana por los costados, el acolchado siempre queda corto y hasta los almohadones quedan inclinados?
Y lo peor es el baño:
- ¡¿ Cómo es posible que cada vez que termino de limpiar el baño, él necesita usarlo?! ¡ Diez minutos pido, que dure aunque sea sólo diez minutos el aroma a fresco limón!
Entonces cuando todo parece haber terminado, levanto la revista que él acaba de dejar tirada en el piso del baño y veo esas fotos de esas preciosas casas en donde parece que nadie vive de tan impolutas que están; mientras él se saca las medias y las suma a la parva de ropa que dejó tirada en el piso, al costado de la cama.
Y ahí, cuando estoy a punto de estallar en palabras, es cuando él comprende que es mejor pasar a la acción.
Me mira (por encima de las montañas de ropa que se interponen entre nosotros), como para decir algo pero en cambio pone un video de "you tube", donde le enseñan cómo doblar las remeras. Y aunque no puedo creerlo, tampoco puedo evitar reírme.
Sí, es una manera bastante extraña de hacer las cosas, aunque tengo que reconocer que es una manera.
Su manera.
Después de todo Damas y Caballeros: "Siempre es mejor hacer, que decir algo
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2 comentarios:

JuliChic dijo...

comparir? cocinar, porque yo se 3 platos nomás. Limpiar el baño, yo hago esto y vos aquello.
No podría ser mas hostesta en cuanto a mi humilde hogar, es un despiole. Es como si vivieran 5 adolescentes en vez de dos adultos.

Basta dijo...

Se torna mucho mas difícil cuando la convivencia es con uno mismo únicamente, todas las tareas recaen en la misma persona.

Solución: 2 veces por semana viene la chica que limpia.


En cuanto a la convivencia de pareja, te aseguro que unos pesos más por mes te evitan muchas discusiones. GRAN inversión.